Voy a copiar aquí un extracto del capítulo en el que habla del escritor y su estudio (página 149). Inevitablemente nos lleva a La habitación propia de Virginia Woolf, tristemente de actualidad por estos lares.
El escritor y su estudio
Si para escribir necesitáis una habitación, encontrad una y punto. No hagáis de ello una cuestión de estado. Si el techo está en condiciones, si la habitación tiene una ventana y si en invierno podéis calentarla, meted dentro la mesa de escribir, unas estanterías, una silla cómoda, y empezar a escribir. Sucede demasiado a menudo que uno decide que tiene que blanquear las paredes, luego comprarse unos tapices para colgarlos en elllas, agenciarse una mesa especial, enviar la silla al tapicero, hacer venir al carpintero para que construya una libreria de nogal, ir en busca de una alfombra que haga juego con todo lo demás. "Después de todo es mi habitación".
Entonces se convierte en otro truco para evitar escribir. He visto a amigos míos crearse un ambiente perfecto y luego no conseguir estar en él. Se ancontraban más agusto escribiendo en la mesa de la cocina. Es dificil quedarnos sentados en una habitación esquisitamente decorada y, mientras, luchar con aquellas imperfecciones nuestras que el escribir, inevitablemente, saca a flote.
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