El pasado mes de octubre ha sido, para mi, una etapa muy fructífera en cuanto a lo de escribir. Días de recoger lo sembrado como en una vendimia tardía. También, no lo voy a negar, ha habido alguna desilusión, pero el cómputo global ha sido más que positivo y todavía quedan algunas cositas por concretar. Por poner solo un par de ejemplos, La sabiduría de los líquenes ha sido publicado en el número de octubre de la revista chilena Entre paréntesis y El licántropo ha hecho lo propio en Huellas de tinta . También gané unos libritos muy chulos de la Editorial Almadía en una dinámica veraniega con otro microrrelato y ya digo que hay bastantes cosas pendientes.
Voy paladeando esta etapa más sosegada para tratar de seguir aprendiendo, no se me ocurre nada mejor que hacer. Total que no me he podido resistir y además del taller del que os hablaba el otro día me he apuntado al Club de Escritura de Mientras No Escribo. Y sin salir de Valdetorres, ¿no es fantástico? Que no digo yo que un día no me importaría que alguien me invitase a cruzar el charco, yo sólo lo dejo caer.
Lo regentan Nico y Aniko Villalba con tino y profesionalidad. Se ve que les sobra tiempo y además de hacer mil cosas ahora les ha dado por esto y luego dicen que procrastinan, quien pudiera. Yo que cuando hago tres cosas a la vez entro en pánico.
De la manga, decía, se han sacado esta bonita comunidad , un lugar para compartir experiencias. Como dice mi hermana Valle, esa hermana mayor que todo el mundo sueña con tener y yo tuve la suerte de que cuando nací, ella ya andaba por casa: Compartir es vivir. Y es que esto de escribir tiende a ser muy solitario y si no estás espabilado puede que te lo creas y se te ponga cara de cultureta estreñido. Lleva apenas dos días en el aire, pero se intuye que va a ser un lugar muy acogedor e igual parece una tontería pero anima a soltar la cuerda y dejar volar las palabras. En definitiva, un espacio copado (ya hasta me atrevo con los argentinismos), una comunidad pequeñita pero firme.
Y aunque no sea un taller, también lanzan alguna consigna. Para abrir boca, algo sencillo, una no presentación: "contanos quién no sos. Descubramos, por opuestos, quién te pensás que sos". Pero con total libertad, para Aniko, las indicaciones para los ejercicios son meros puntapiés, simples empujones para que nos lancemos a escribir, sin pretensiones, sin pensar en el resultado. en definitiva, disfrutar o mejor aún, jugar. El mantra es: "no queremos que el texto sea perfecto, queremos que exista."
Y por fin, ahí va mi no presentación, escrita casi de un tirón:
El otro día me propusieron una entrevista para hacer promo de mi último lanzamiento, me lo dejo caer mi agente. Así como es él, sin darle importancia, envuelta la encerrona entre miles de palabras absurdas sin importancia. Incluso sacó su repertorio motivacional, a veces se cree que es mi coach y eso me repatea.
Claro estoy mintiendo, no tengo agente, ni siquiera he publicado nunca. Soy un mentiroso, engreído y un tanto fanfarrón. Me gusta tirarme el rollo. O estaré mintiendo otra vez. Un poco mentiroso sí que soy, por lo veo (o leo.)
Mi madre dice que de niño no era malo, que me portaba bien. Que no era envidioso, que hasta compartía los juguetes con los otros niños del descampado donde pasábamos las tardes eternas de verano. ¿Será cierto?, o tan sólo amor de madre. Además la pobre tuvo muchos hijos, creo que catorce y claro mezcla las cosas.
Lo que no tengo es mucha memoria, eso está claro. Guapo no soy, alto sí, en el cole me llamaban jirafa, bueno y “maldito chivato cabezón”, pero ese es otro tema.
Mi hija me comenta que le gustó más cuando voy de papá divertido, enrrollado que cuando me pongo en plan adulto serio. Que no doy el perfil. Dicen que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad, así que…
Mi mujer, en cambio dice que no soy tan divertido, más bien un poco cansino. Y suele ser bastante sincera. Su amante ha preferido no opinar al respecto.Así que diría que no soy un tipo demasiado ambicioso, tampoco constante, que no fui de los que maduran pronto, más bien de los de adolescencia casi eterna. Pero tampoco fui un vividor, el barrio me mantuvo siempre con los pies en el suelo. No soy buen nadador. A veces soy rancio, algunas otras veces, puedo llegar a ser hasta simpático. No soy guapo, ni elegante, pero sí puedo decir que me voy conociendo bastante bien y que trato de no ser un capullo y cuidar a los que me quieren.
Luego ya tú saca tus propias conclusiones, ya te decía al principio que igual soy un poco mentiroso, así que no te fíes de la cara de buen chico.
Si os apetece echarle un vistazo, no dudéis en pasaros por aquí.
Comentarios
Publicar un comentario