El pasado mes de octubre ha sido, para mi, una etapa muy fructífera en cuanto a lo de escribir. Días de recoger lo sembrado como en una vendimia tardía. También, no lo voy a negar, ha habido alguna desilusión, pero el cómputo global ha sido más que positivo y todavía quedan algunas cositas por concretar. Por poner solo un par de ejemplos, La sabiduría de los líquenes ha sido publicado en el número de octubre de la revista chilena Entre paréntesis y El licántropo ha hecho lo propio en Huellas de tinta . También gané unos libritos muy chulos de la Editorial Almadía en una dinámica veraniega con otro microrrelato y ya digo que hay bastantes cosas pendientes.
Es tan especial, esta sentada al sol, leyendo con unos pocos folios en la mano, en uno de los bancos del paseo junto al parque infantil , ajena al bullicio. Paso lento a su lado pero no me ve, soy un bicho raro, un gusano. A creep, es tan jodidamente especial.
Lucia corre y espanta palomas chillando como una loca. Ríe con ganas y una viejecita nos mira raro, descubrimos los recovecos del barrio.
Su mano acaricia la piel de mi costado mientras vemos Masha y el Oso. Se me cierran los ojos.
Y sueño, sueño que vemos Masha y el Oso en casa mientras me acaricia.
Es tan especial.
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